Oct 07, 2021

Por Esteban Soler

Cómo volverse Ministro de Cultura en una tarde y con sólo ciento cuarenta caracteres.

Tomás Balmaceda es doctor en Filosofía, twittero, periodista, investigador del Conicet que se dedica a…

Tomás Balmaceda es doctor en Filosofía, influenciador en Twitter desde @capitanintriga, periodista, trabajó en La Nación, Clarín, Noticias, Rolling Stone, entre otros medios, investigador del Conicet, bloggero en Son Cosas Mías! desde hace doce años y escritor. Además de todo eso, una tarde se auto-nombró Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires con un tweet. Con este:

El engaño involuntario creció con retweets de gente que había entendido el chiste y de otros que no, incluso algunas radios levantaron la noticia y le dieron fuerza aunque las primeras propuestas de Tomás no sonaban del todo sensatas.

El ilustrador Alexis Moyano intervino un correo oficial de presentación del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con su cara y una bienvenida. También modificó la home de Clarín.com con declaraciones inventadas de Tomás y sumó confusión más allá de que el título tampoco parecía acorde a la presentación de un nuevo Ministro de Cultura.

Además alguien vandalizó la página en Wikipedia de Darío Lopérfido, el Ministro de Cultura desplazado, y agregó un nuevo dato que parecía confirmar la noticia.

¿Cómo fue exactamente la historia? Le preguntamos a Tomás.

¿Cuál fue tu idea cuando publicaste el primero de los tweets? ¿Qué esperabas que pasara?

Aunque con perspectiva es difícil de creer, nunca hice nada pensando en engañar a nadie. Fue un único tweet, tras varios días sin Ministro de Cultura, en el que simplemente le agradecía “a Horacio” que haya pensado en mí para el puesto. No quiso ser un engaño, sino algo casi lúdico, un pequeño absurdo. Lo escribí cerca de las 14, me fui a dormir la siesta y cuando me desperté todo había explotado.

¿Te sorprendió lo que pasó?

Sí, muchísimo. Cuando vi las repercusiones empecé a responder con ironía, contando, por ejemplo, que mi primera medida de Ministro era pedir que Lindsay Lohan venga al BAFICI. A todos los medios y periodistas que se me acercaron les conté la verdad. Todos los que publicaron otra cosa fue porque se dejaron llevar por comentarios, porque no me preguntaron.

¿Qué tipo de respuestas o repercusiones recibiste?

Uf, muchísimas. Desde fanáticos oficialistas que me saludaban (y pedían laburo) hasta militantes kirchneristas que me exigían que me pronunciara sobre la cantidad de desaparecidos (el eje de la discusión que había desplazado a Lopérfido del puesto). Me escribieron desde dueños de centros culturales que tenían problemas para pagar la luz hasta escritores a los que se les debía plata y querían cobrar.

¿Todo lo que pasó te generó alguna reflexión sobre el uso de redes, sobre el poder de este tipo de comunicación?

Creo que toda la experiencia sirve no sólo para pensar en el poder de las redes y el estado actual del periodismo, sino también que dice mucho de este momento histórico. Hace 15 años era impensado que alguien sin experiencia en un campo como el cultural tenga un cargo ministerial. Hoy, en cambio, resultó verosímil que un periodista y tuitero como yo sea ministro. Por otro lado, también quedó claro que si uno repite mucho algo y esto tiene repercusiones en redes sociales es prueba suficiente de que es cierto.

Podés encontrar a Tomás en muchos lugares: en Twitter, en su blog, en el podcast que conduce con Martín Garabal o en Instagram.

Las imágenes son de Alexis Moyano y Tomás Balmaceda.